El día, como es habitual, comenzó con
una breve reunión con nuestro coordinador con el fin de revisar un
poco la jornada laboral. A continuación tuvimos una de las mas
gratas sorpresas de esta semana, la reunión con dos delegados de
clase, de nivel y de centro, Simon (15 años, alemán de madre
española) y Serafina (15 años, alemana de padre cubano). La charla
fue de lo mas inesperada y enriquecedora debido a la enorme madurez
que derrocharon los chicos. Entre otras cuestiones, nos llamó
poderosamente la atención la clarísima conciencia que tienen de que
el alumnado puede y debe cambiar muchas cosas del funcionamiento del
centro, así que se organizan en grupos de trabajos y comisiones para
hacer propuestas de aquello que quieren cambiar y llevarlas a cabo.
A continuación tuvimos una nueva
reunión con el director. En ella abordamos diversos temas,
tales como el índice de fracaso escolar del centro, que es
llamativamente bajo (un 3 %); el sistema de apoyo vinculado con las
empresas y financiado por el gobierno; los programas de colaboración
con empresas y la ayuda que les brindan a la hora de encontrar
trabajo (nosotros le expusimos las diferencias con España); el
tiempo de permanencia de los alumnos que no hablan alemán dentro del
aula de apoyo lingüístico (nos dijo que depende fundamentalmente de
la capacidad del propio alumno a la hora de aprender lenguas, y del
grado de educación con que llegaron al centro, que suele ser mayor
en los alumnos de familias más acomodadas); y del hecho de que el
propio instituto puede elegir a algunos de sus alumnos, lo cual
mejora el rendimiento del centro.
Nuestra siguiente parada fue una
entrevista muy cordial con la coordinadora del programa de
atención y apoyo a los alumnos con necesidades educativas
especiales. Esta nos explicó todo el proceso que llevan a cabo
para detectar a estos alumnos y cómo actúan con ellos: los alumnos
traen unos informes de primaria, pero ellos también realizan un
diagnóstico. Los alumnos con estas necesidades cuentan con un año
más para conseguir su certificado. Las aulas tienen entre ocho y
doce alumnos. Estos alumnos presentan algunos problemas de relación
con otros estudiantes, debido a sus propias inseguridades, falta de
autoestima, falta de tiempo de las familias para atender a sus hijos
y a sus dificultades de concentración. Nos sorprendió que en el
instituto hay setenta nacionalidades distintas, con una gran variedad
idiomática. Por esto cuentan con seis pedagogos (uno o dos por cada
nivel desde séptimo hasta décimo); cada pedagogo trabaja en un
único nivel. Realizan reuniones semanales de puesta en común.
Nuestra última actividad fue la
Willkomensklass. Es la clase donde van los alumnos extranjeros
que no saben nada de alemán. La preocupación principal en estos
casos es que el alumno aprenda la lengua para poder incorporarse al
sistema educativo plenamente. Sin embargo, en estas clases no se
estudia solamente la lengua alemana, sino que se aprende a través de
trabajos y proyectos sobre muy diversos temas que se desarrollan en
el aula. La mayoría del alumnado en el grupo (todos excepto dos de
un total de doce alumnos) eran hispanohablantes. Un chico de Córdoba
nos explicó su experiencia personal, con la que estaba muy
satisfecho. Esperaba poder incorporarse a primero de bachillerato lo
antes posible.
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